Empecemos por el que es absolutamente vital: el drenaje. Al igual que otras plantas crasas de la misma familia, el Aloe vera es sumamente sensible al exceso de agua. Tanto que si no proveemos a la planta, esté plantada donde esté, de un buen drenaje no podrá sobrevivir.
Sus raíces no toleran el encharcamientos, por lo que tendremos que vigilar dos aspectos fundamentales. Por un lado, que el sitio de plantado cuente con una buena evacuación de agua. Algo que podemos lograr utilizando greda volcánica o arlita. Si creamos una capa con cualquiera de estas dos enmiendas, estaremos propiciando que el agua de riego se evacúe correctamente.
Pero no solo eso. El Aloe vera demanda un sustrato para cactus. Un detalle ligado íntimamente con esa necesidad de evacuar el agua sobrante. Este tipo de sustratos cuentan con un porcentaje bastante considerable de arena. Un elemento que permite la eliminación del agua y, de paso, impide que la tierra se compacte. Otro gran enemigo de las raíces, ya que cuando sucede las raíces no pueden oxigenarse correctamente.
Como es lógico y después de ver en detalle este cuidado del aloe vera, el riego debe ser moderado. Muy moderado. Esta planta tan solo demanda que el sustrato esté ligeramente húmedo, por lo que incluso podemos plantearnos instalar un kit de riego por goteo. Nada que regar hasta encharcar o dejar agua en el plato de debajo de la maceta. Y, durante los meses de invierno, incluso menos. Bastará con regar una vez al mes y en cantidades siempre moderadas.
Luz natural y temperatura
Dados sus orígenes, el tema de la iluminación es uno de los cuidados del Aloe vera imprescindibles. Es una planta amante de la luz solar, por lo que tanto en interior como en exterior debe recibir la mayor cantidad posible.
Sin embargo, no confundamos esto con provocarle una insolación a la planta. Durante los meses de verano, lo ideal es que esté resguardada del sol directo. Un exceso de él puede quemar sus pencas. Podremos identificarlo porque el verde característico de sus hojas cambiará a marrón. De ser así, es momento de hidratar la planta con un pulverizador de agua o un hidratante; y ubicarla en otro lugar.
Esta pasión por la luz nos da una pista de cuáles son los cuidados del Aloe vera en lo que respecta a la temperatura. A pesar de ser una planta resistente, lo ideal es tenerla en un ambiente entre los 17 y los 27 grados. Con la llegada del invierno, es momento de ponerla a cubierto del frío y las heladas. Y, si vivimos en un clima en el que la temperatura sea inferior a 10 grados de manera continuada, tendremos que retirar la planta del exterior.
En caso de tenerla plantada directamente en el suelo, entonces tendremos que colocar un acolchado sobre las raíces para protegerlas.
DOS ABONADOS AL AÑO Y ESPACIO PARA CRECER
A pesar de ser una planta tremendamente resistente, necesitará de nuestra ayuda para crecer. O, lo que es lo mismo, para que reforcemos los nutrientes de su sustrato en un par de ocasiones a lo largo del año. Lo ideal es que, con el final del verano, apliquemos una capa de humus de lombriz a nuestro Aloe vera. De esta manera, le estaremos dotando de nuevos nutrientes para que la planta se prepare para el parón vegetativo propio del invierno. Una forma de preparar esa hibernación natural con reservas suficientes.